23 de mayo de 2005

Corrupción en la Historia Argentina

Ya en la época de la colonia la corrupción era
una institución. Autoritario en su
concepción política y autoritario en su
concepción familiar, el español violaba las
leyes que coaccionaban sus apetitos, con audacia
aunque con la máscara de la sumisión.La Revolución de
mayo de 1.810 apareció como un cambio de la
situación: un gobierno de criollos para criollos
podía terminar con la corrupción fomentada desde
el trono de España. Efectivamente , la
corrupción externa fue erradicada, pero
surgieron la versiones autóctonas.
Con el fin del dominio español y el comienzo de
las acciones militares para afirmar
territorialmente la independencia, el
contrabando se convirtió en un modo de
financiación para las empresas patrióticas.
Ya independiente los argentinos; la ley, como en
tiempos de dominio español, era sólo un hecho
formal que podía no tenerse en cuenta si las
circunstancias así lo determinaban.
El incumplimiento de las leyes no decreció con
las nuevas generaciones. En algunos períodos,
incluso, recrudeció. Juan Manuel de Rosas, fue
uno de los tantos que creyó innecesario el
sometimiento a la ley . La dinámica
autodestructiva estuvo también determinada por
actitudes de quienes, como Rosas, exhibían un
escepticismo absoluto sobre el poder
estructurado de las normas, llegando a llamar
sarcásticamente a la Constitución "ese
cuadernito". La larga dictadura de Rosas no
contribuyó a acendrar el respeto por la ley en
la sociedad argentina.
A partir de la ley Sáenz Peña, el país pareció
encaminarse a un estado de legalidad sin
precedentes. El voto secreto y universal daba al
sistema político argentino una seriedad y un
sustento ético que nunca había tenido . Este
paraíso legal, duró menos de lo esperado. Con la
elección de Agustín P. Justo se inicio la
llamada "década infame, como la llamó el
nacionalismo por la generalización de
procedimientos electorales fraudulentos.
El estado pasó a ser de un severo recaudador de
impuestos y distribuidor de sanciones a una
maquinaria de hacer y recibir favores.
Los grandes grupos económicos que descubrieron
la vulnerabilidad económica y moral del
funcionario argentino hicieron de la corrupción
sistemática una clave de su estrategia de
expansión.
Por lo que respecta al estado la primer
corrupción seria fue durante el gobierno de Juan
Domingo Perón, cuyo admirable e infrecuente
genio no estuvo acompañado por un sentido ético
análogo. Éste era lector de Maquiavelo y por
ende optó por explotar las debilidades del
hombre. Cuando durante el gobierno de Frondizi
comenzaron a llegar abundantes capitales, éstos
se encontraron con una rígida burocracia. Para
aceitar el sistema y favorecer sus intereses
económicos los grupos industriales recurrieron
al cohecho. Los corruptores encontraron a quien
corromper, como en el gobierno de Perón, lo cual
demuestra que en definitiva personas ordinarias
puestas en tentaciones extraordinarias son
débiles.
En cuanto a las grandes sumas que giran en torno
a los partidos políticos, podemos remitirnos a
lo que dijo al famoso politicólogo Giovanni
Sartori en 1992 : "La principal fuente de
corrupción en todo Occidente democrático es el
hecho de que los partidos políticos manejen
fondos enormes sin control.". En la Argentina no
existe ningun tipo de regulación al respecto.
Los ciudadanos no saben quién donó dinero, que
pidió a cambio de su donación, si el gobierno
está cumpliendo algún compromiso con sus
benefactores, como distribuyó esos fondos el
tesorero de la campaña y cuanto fue a bolsillos
privados, etcétera.
Desde el Presidente de la República hasta los
obispos católicos afirman que en nuestro país
hay una corrupción generalizada. Ese fenómeno
generalizado es lo que diferencia a la Argentina
con los demás países, ya que en ellos se dice
que existe corrupción dentro del sistema pero en
la Argentina es el sistema el que aparece
corrupto.
Una segunda característica peculiar de nuestra
corrupción consiste en los desmesurados
porcentajes de las ganancias ilegales. En los
países de mayor organización social se descubren
casos donde porcentajes de 2% a 3% fueron
destinados al soborno de funcionarios que
facilitan las operaciones.
La pequeña corrupción es la deshonestidad del
funcionario de bajo nivel. Esa corrupción está
muy extendida. De ahí su efecto corrosivo: por
la sumatoria de pequeños actos visibles. En
numerosas sociedades estos llamados favores se
aceptan como la única forma de hacer negocios y
eliminar demoras y obstáculos innecesarios
cuando hay que tratar con órganos oficiales. En
tales casos, la corrupción parece formar parte
de la cultura. Por tanto, quienes la practican
se extrañarían de que alguien dijera que lo que
hacen es fraudulento o inmoral.
El funcionario recién llegado a un puesto, por
menor que sea su poder real, se sorprende
diariamente con las ofertas que le llegan. Puede
aceptar, promover o rechazar las coimas, pero
,en cualquier caso es seguro que al poco tiempo
será un doctor en la materia y conocerá a los
gestores y lobbistas habituales, junto con la
jerga de los sobornadores y los sobornados.
La creencia de que ha medida que se baja en la
pirámide del poder las coimas disminuyen es otro
mito. Lo que bajan, en todo caso, son los
montos.
cafeterías con mesas en la vereda que exceden el
El mecanismo es matemático (económico) y se
aplica con la ecuación costo - beneficio.
Normalmente el sobornador potencial hace su
balance: me conviene más cumplir las normas o
coimear ?. Si el dueño de una fabrica tiene una
chimenea que hecha humo negro y contamina, y
cambiar el filtro una vez por mes le cuesta
$10.000 y coimear al inspector le cuesta $1.000,
le paga al inspector. Si la presión de los
vecinos se hace intolerable, el industrial gasta
los $10.000 del filtro. Cuando baja la presión
vuelve el viejo sistema de pagarle $1.000 al
inspector.
Pero la consolidación definitiva de la pequeña
corrupción hay que buscarla en la legislación,
deliberadamente confusa y reglamentarista. La
legislación municipal parte del principio de que
todo está prohibido. Si se analiza una ordenanza
municipal se observa que empieza por prohibir
todo y después enumera que es lo que se puede
hacer. Es una contradicción con el sistema
jurídico principal del país, que establece como
principio general la libertad lo que no figure
expresamente prohibido. La prohibición como
norma confiere una capacidad de represión enorme
al inspector. Y como las intrincadas
reglamentaciones son generalmente desconocidas
por los particulares, los inspectores, además,
inventan prohibiciones para su beneficio.
Es suma como norma, nada se
permite, todo está prohibido, excepto que se
pague el soborno ya institucionalizado.

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