10 de enero de 2011

Reflexiones de una tragedia

El cruento tiroteo en Tucson, Arizona, ocurrido el sábado obliga una reflexión sobre las condiciones en nuestra sociedad que conducen a que un joven, con aparente desequilibrio, sea capaz de semejante masacre durante una reunión informal política en un sitio público. El hecho que el blanco haya sido la congresista Gabrielle Giffords (D- Arizona) introduce un elemento imposible de ignorar, en un momento en que el debate político se ha vuelto especialmente destructivo.

Giffords, una demócrata de tendencia conservadora que está a favor de la reformas migratoria, había sido víctima de amenazas y de agresiones en contra de su oficina, especialmente después de haber apoyado la reforma médica. Durante la campaña política del año pasado, su escaño estaba marcado como un blanco de tiro por la ex gobernadora de Alaska Sarah Palin —cuyo lema es "no replegarse, sino recargar"— como señal de vulnerabilidad electoral. Al mismo tiempo, el contrincante político de noviembre de Giffords organizó un acto de campaña en un centro de tiro al blanco.

El agresivo clima político proveniente de la ultra derecha es el responsable de la tragedia. Tal como lo señaló el Sheriff del condado de Pima, Clarence Dupnik, el nivel "corrosivo" del debate político actual —especialmente en Arizona— puede llevar a un desequilibrado a tener una reacción de este tipo.

No está claro el movil político que pudo tener el sospechoso Jared Lee Loughner para actuar de esta manera. Lo que se conoce de él es un pasado conflictivo, mentalmente inestable con ideas delirante mezcladas con el fervor antigubernamental. No obstante los indicios de inestabilidad, él pudo comprar legalmente el arma usada en la masacre gracias a que Arizona tiene una de las leyes más laxas del país en la venta de armas de fuego.

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