14 de febrero de 2005

La guerra, única alternativa

En 2002, USA registraba su primer déficit presupuestario desde 1997. Este índice ha ido aumentando poco a poco. La deuda externa, que era en el 2000 de 3 billones 600 mil millones de dólares (39% del PIB), se elevó en el 2003 a 6 billones y medio de dólares (58% del PIB) y alcanzará los 14 billones de dólares dentro de diez años. Y llegará en los próximos cincuenta años la cifra de 44 billones de dólares. El aumento vertiginoso de la deuda sobrepasa considerablemente la solvencia del país. Hay cinco estrategias posibles para salir de este problema.
La primera consiste en elevar los impuestos y pagar los plazos. Es evidente que la administración Bush no ha escogido esta opción.
La segunda consiste en imprimir dólares, pero la práctica masiva de esa solución provocaría un inevitable derrumbe de la economía.
La tercera estrategia, la que propone el FMI a los países del Tercer Mundo, es la privatización de los bienes nacionales y su venta al extranjero. Se podría creer improbable la adopción de esta opción. Sin embargo, al permitir la caída del dólar, la administración Bush no solamente favorece la exportación sino que facilita también a los capitales extranjeros la compra de empresas estadounidenses.
Cuarta estrategia: negarse a pagar la deuda, como hicieron los bolcheviques al tomar el poder en Rusia.
La quinta estrategia es el saqueo. Esta es la que Bush a elegido. Cuando el reembolso de la deuda de una nación se hace tan importante que es imposible tranquilizar a los acreedores, esta tiene que buscar alguna fuente de riqueza, sea cual sea. Si USA decidió atacar Irak no fue porque Saddam Hussein tuviera armas de destrucción masiva, ni para instaurar la democracia. El objetivo era apoderarse del mercado internacional del petróleo.
Es para eso que la economía de USA se ha orientado hacia la guerra y la conquista. La administración justificó el aumento del déficit presupuestario mediante la necesidad de librar la guerra contra el terrorismo, justificación que permitió también desplazar los fondos destinados a las infraestructuras sociales hacia los gastos de guerra. La orientación económica que la administración Bush ha escogido no tiene, por consiguiente, marcha atrás. La guerra es, para USA, la premisa de su supervivencia económica.

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