14 de marzo de 2006

Europa dividida

A diferencia del debate que precedió a la guerra en Iraq, Estados Unidos y Europa parecen coincidir en que la actividad nuclear de Irán debe contenerse. Pero hasta cuándo seguir la línea de Washington es una duda que divide a Europa. Esta convergencia es mucho más frágil de lo que aparenta. Washington enfrenta un dilema: qué hacer si el resto del mundo se niega a acompañarlo en su iniciativa. La disposición de Europa a presentar un frente unido con Estados Unidos ante Irán está guiada la creciente preocupación por el empantanamiento de Estados Unidos en Iraq. También influyen los decepcionantes resultados de las negociaciones de Alemania, Francia y Gran Bretaña con Irán y el temor a que una mayor desestabilización en Medio Oriente tenga serias consecuencias para la seguridad europea. Ninguno de estos factores, sin embargo, significa que Europa vea a Irán como "un enemigo que debe ser derrotado”. Resolver la crisis iraní dependerá más de la disposición de Washington a acercar sus posturas con las de Bruselas que a la inversa. La mejor manera de salir del actual impasse es forjar un acuerdo que reconozca un programa nuclear iraní como un hecho consumado. Durante dos años y medio, Irán fue perfectamente claro sobre sus intenciones de enriquecer uranio. Pero Europa ignoró esto, alegando que ofrecer incentivos y amenazar con sanciones terminaría llevando a Irán a detener su programa de enriquecimiento. En vez de insistir en que Irán renuncie al enriquecimiento los negociadores deberían proponer un "programa de enriquecimiento limitado y demorado". Hay que reconocer el 'derecho a enriquecer' uranio dentro de su territorio dentro de su territorio, esto seria reconocer como derecho lo que ya es un hecho inevitable. A cambio, Irán acordaría una demora de varios años en el comienzo de su programa de enriquecimiento, importantes limitaciones en sus dimensiones y alcance inicial y un régimen de inspecciones altamente intrusivo. El problema es que Estados Unidos tosco, brutal, sin la añeja experiencia diplomática de Europa se opone férreamente a cualquier programa de enriquecimiento. Irán esta presionando no por la bomba en sí misma, sino por la capacidad de producirla si surge la necesidad. El objetivo es tener una opción militar, pero no una bomba. Los iraníes fueron atacados por Iraq con armas de destrucción masiva. Seiscientas mil personas murieron. Cuando eso ocurrió, ellos estuvieron solos, sin el apoyo del exterior. ¿Es capaz EEUU de comprender estas experiencias ajenas?. No, le falta sutileza e inteligencia para eso, son demasiado brutos, son, simplemente cowboys que han mirado muchas películas del oeste... Cuán lejos esté dispuesta a llegar Europa para bloquear el programa iraní de enriquecimiento de uranio es otro asunto. Bruselas y Washington podrían ponerse de acuerdo en la aplicación de sanciones, pero resulta difícil imaginar a Europa apoyando el uso de la fuerza, tal como pretende EEUU. Por otra parte, EEUU intenta desestabilizar a Irán apoyando rebeliones internas entre diferentes facciones étnicas, religiosas y políticas. Esto sería desastroso. Conduciría a una 'balcanización' aun mayor de la región, a más conflicto y a más derramamiento de sangre. EEUU todavía no se dio plena cuenta de que el mundo cambió. El desarrollo económico de Asia, los elevados precios del petróleo, el surgimiento de Rusia como negociador son factores que hacen que ya no puedan los yanquis dar un golpe sobre una mesa e imponer el final al programa de enriquecimiento de Iran. El cazador furtivo Cheney declaró hace poco que "la comunidad internacional está preparada para imponer consecuencias significativas", de equivoca de medio a medio. ¿Cuál es la realidad?. Que la mayoría de los países pueden apoyar incondicionalmente la idea de que Irán no debería tener un programa de enriquecimiento, pero cuando ponen las sanciones sobre la mesa, las cosas se desmoronan. China no será de la partida, ni Rusia, ni India, ni Japón.

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